La verdadera cara de la Primera MasterChef

13 agosto, 2018
Orgullosa exhibe todas las medallas que ganó como corredora de Running Callejero, una de sus aficiones predilectas.

Orgullosa exhibe todas las medallas que ganó como corredora de Running Callejero, una de sus aficiones predilectas.

Es lo que se dice una chica muy formal. Casi casi chinchuda, diríamos nosotros. Nos abrió de par en par su casa de Mariano Roque Alonso.  Nos contó de su familia, de sus mascotas, de sus hobbies y preferencias. De sus planes para abrir una confitería propia y hasta de su proyecto de matrimonio. Hablamos también un poco de cocina pero en ese aspecto casi todo el mundo ya la conoce. Es que estamos hablando de María Liz Ocampos, la primera MasterChef Paraguay.

Una anécdota que la pinta de cuerpo entero es la que protagonizó cuando cursaba el cuarto año de la Facultad de Derecho. Un profesor le hizo una propuesta deshonesta para aprobarla en un examen y eso la desalentó y desmoralizó totalmente. Abandonó la carrera y renunció a la profesión que había elegido seguir. Cambió radicalmente de rumbo y tras cuatro años de estudio se recibió como Técnico en Laboratorio. Trabajó doce años en esa especialidad y en esa actividad le sorprendió la convocatoria de MasterChef.

María Liz junto a los elementos de cocina en el fondo de su casa. Un tatakuá, una cocina a leña y a la derecha asoma una especie de paellera. No entraron en el cuadro, las parrillas y el disco de arado.

María Liz junto a los elementos de cocina en el fondo de su casa. Un tatakuá, una cocina a leña y a la derecha asoma una especie de paellera. No entraron en el cuadro, las parrillas y el disco de arado.

Durante todos esos años nunca había usufructuado sus vacaciones laborales. Así que aprovechó  que MasterChef le iba a robar tiempo de trabajo y pidió hacer uso de su derecho al descanso pago. La respuesta fue el despido y nuevamente, chinchuda como es, se encontraba en la encrucijada de tener que decidir si debía cambiar de rumbo y abandonar otra carrera. Su actuación en el reality de cocina le alentó a pensar en un cambio. Y cuando ganó el concurso durante el último programa, exclamó en forma casi críptica “ahora sí se viene el cambio, el verdadero cambio”.  Se refería a que tenía decidido abrirse camino propio en la gastronomía. Pero de esto le hablaremos un poco más adelante.

La casa de María Liz es sencilla pero bien puesta. Recorrimos sus ambientes y lo primero que nos llamó la atención es que tiene varios espacios destinados a los momentos de consumo. Una cocina comedor en el interior. En fondo, parrilla, tatakuá, disco de arado y una cocina a leña. Una gran mesa rústica de madera destinada a los encuentros familiares. En el mismo sector una mesa más pequeña que puede hacer de comedor diario. En el patio, una mesa de material con bancos fijos y en el frente un pequeño quincho con mesas y sillas. En la cocina de la casa, Maria Liz tiene un sector donde ubica sus materiales para diferenciarlas de las de su mamá. Tiene su propio horno eléctrico, su mamá tiene el suyo. Y un gran freezer horizontal lleno de productos congelados como para alimentar a un ejército. “En esta casa se come”, nos dijo. En realidad quiso decir que todo lo que se come se cocina allí. Desconocen lo que es un delivery.

María Liz vive con sus padres José Oscar Ocampos y María Aurora Muñoz y con sus mascotas. Ella se encarga de prepara la comida, también para sus "amiguitos" como ella llama a los perros y gatos de la calle.

María Liz vive con sus padres José Oscar Ocampos y María Aurora Muñoz y con sus mascotas. Ella se encarga de preparar la comida, también para sus «amiguitos» como ella llama a los perros y gatos de la calle.

Incluso, el día que ganó el MasterChef, después del programa, fueron a la casa con todos los parientes para festejar el triunfo y pese al gentío, ya que se sumaron los vecinos, y lo elevado de la hora, María Liz se dispuso a cocinar para agasajar a los presentes. Hubiera sido más fácil ordenar la comida pero ya sabemos que ella es muy formal.

María Liz es la menor de tres hermanos. Osvaldo es el mayor y Nelson el del medio. Ella vive con sus padres, los otros ya hicieron rancho aparte. Pero la acompañan sus mascotas, los perros Maxi, Quipi, Roco, Sacha y Morocho el gatito. Vimos también a dos loros. Se encarga diariamente de la cocina y también alimenta a muchos animales de la calle. “Mis amiguitos” los llama. Y en un barrio como ese, presumimos que son muchos los que se presentan a la hora de la mesa.

Nos mostró incluso su dormitorio. Todo muy ordenado a pesar de los numerosos obsequios y objetos apilonados en un rincón. Su inclinación por el orden lo adquirió en su labor de laboratorista. Sobre la mesita de luz, sus libros de cabecera son todos de cocina. Pero reconoce que su autor preferido es Paulo Coelho. De un cristalero de la sala toma montones de medallas ganadas y las exhibe orgullosa. Es corredora de Running Callejero.

Nunca estudió cocina. Todo lo que sabe lo aprendió de su abuela y de su madre. Desde hace años ella es la encargada de preparar la comida en la familia. “Cada semana santa es una función patronal”, nos cuenta.  Los domingos siguiendo la tradición se reúnen en su casa los parientes y ella está en su salsa. Son muy católicos, en diversos rincones de la casa, se ven imágenes de la Virgen, en sus diversas advocaciones, Virgen de Caacupé, Virgen de Fátima, la Rosa Mística, etc. Cada vez que se celebran las fechas recordatorias, se reúnen con los vecinos y todo es motivo para compartir con alimentos que prepara María Liz.

Especie de amuletos, estas elementos de cocina fueron fabricados por su abuelo Hipólito a partir de restos de puertas corredizas.

Especie de amuletos, estas elementos de cocina fueron fabricados por su abuelo Hipólito a partir de restos de puertas corredizas.

“Siempre cocino lo salado pero adquirí el gusto por lo dulce debido a que soy hipo glucémica y cada dos horas tengo que comer algo dulce”, nos cuenta.  Así comenzó esa inclinación, después con los cumpleaños de los sobrinitos se fue perfeccionando en la preparación de las tortas. Ahora, en todas las celebraciones familiares, el momento más esperado, es el del postre. “Vamos a ver con qué nos sorprende”, rememora la reacción de sus parientes.

¿Pensaste que podías ganar el MasterChef?

Nunca. Desde el macrocasting me sentía acobardada porque todos los otros hablaban de los cursos que habían realizado, de los platos que conocían y preparaban y de los viajes que realizaron. Dónde me metí, dije yo. Hasta que en la primera capacitación que tuvimos en el IGA nos enseñaron a hacer soyo con tortilla. Pero yo eso conocía y comencé a tranquilizarme. A medida que avanzaba el programa me sentía cada vez más segura y mi objetivo era llegar a estar entre los 10 finalistas.

¿Cuáles son tus planes futuros?

Pienso abrir una confitería. Un lugar donde la gente pueda ir a servirse o comprar y llevar algún producto.

Ese es el verdadero cambio al que se refería. Como ganadora del MasterChef Paraguay recibió un premio de 50 millones de guaraníes y además recibió una indemnización en la empresa que trabajaba. Pero le llueven ofertas. Personas desconocidas incluso, le ofrecen el oro y el moro para abrir una confitería, pero ella prefiere correr sola. También la invitan a dar asesoría y algunas empresas le propusieron ser imagen de marca. Pero ella ya tiene hasta el nombre de su ansiado local: María Liz.

Ayer domingo, María Liz reunió a los miembros de su numerosa para hacer un festejo especial por haber obtenido el titulo de Primer MasterChef Paraguay.

Ayer domingo, María Liz reunió a los miembros de su numerosa para hacer un festejo especial por haber obtenido el titulo de Primer MasterChef Paraguay.

El hecho de ser primer MasterChef Paraguay le lleva mucho tiempo. Le cuesta todavía asimilar el suceso. Por la calle, la gente la reconoce y todos quieren hacerse una selfie con ella. Cuando va en el vehículo los conductores o pasajeros de otros vehículos le gritan en medio del tráfico. La noche del día que la entrevistamos tenía que estar presente en el programa televisivo El Conejo y al mediodía del domingo tenía que recibir a sus parientes para hacer el festejo oficial.

María Liz tiene 34 años y hace seis está de novia con Rodrigo Alberto Galeano, quien el pasado 14 de febrero le hizo una propuesta de matrimonio. El 15 de diciembre es el día fijado para la boda. Esperemos que ese día, ella se dedique a los menesteres propios de su próximo estado civil y no se preocupe ni empecine con hacer ella misma la torta. Tal vez para esa fecha, ya esté en funcionamiento la confitería que tanto anhela y así en cualquiera de los casos se podrá comer la torta de María Liz.

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